viernes, 18 de marzo de 2011

¿Sensación? ¿Psicosis?

Definitivamente esta es una de las discusiones de moda hoy en día en el país. Está instalada en los medios, tanto los oficiales como los opositores, está instalada en la calle, en el día a día, en fin en todos lados. Pero para algunos, mi caso por ejemplo, hasta que no la vivimos o sentimos parecemos no darnos cuenta de la realidad que nos toca. La discusión es sobre LA INSEGURIDAD.
Últimamente la ciudad de Posadas se ha transformado en un lugar muy inseguro. Los diarios y demás medios se quedan cortos con la cobertura que realizan sobre los robos, porque hay muchos asaltos que quedan olvidados en los barrios y que solo cuentan para las estadísticas. Los asesinatos para robar son cada vez más frecuentes. 
Particularmente tomé en cuenta la INSEGURIDAD desde finales de Enero de este año. Luego de los robos y asesinatos ocurridos en la madrugada y en plena calle, me empecé a preocupar. Pero mi preocupación no era tanta, más que nada era un pensamiento. 
En cambio mi hermano y algunos amigos suyos y míos estaban con miedo. Si salían después de las once de la noche caminando por la calle, lo hacían solamente en grupo. Empezaron a tomar taxis, costumbre que habían dejado de lado hace tiempo, para volver más seguros a sus casas. O pedían a padres, hermanos mayores, o quien estuviera a mano para que los lleven a sus destinos. 

En la madrugada de ayer, mientras volvía con un amigo de la casa de un tercero, me dí cuenta de lo cercana que me era la situación. Eran las cuatro de la mañana y llegamos a la esquina de mi casa, donde hay una parada de colectivos. El esperaba el "15" que lo dejaba en la esquina de su casa. Yo le hacía el aguante. 
Al acercarnos a la parada vimos a un chico de unos 16 años que estaba apoyado sobre un parante de la casilla. Parecía estar perdido/mareado. Nosotros nos sentamos a cierta distancia, sobre un pequeño muro y comenzamos a hablar para pasar el tiempo. El chico hizo lo mismo, a unos diez metros de donde estábamos, pero luego de sentarse, se desplomó sobre un alambrado, cosa que nos llamó la atención. 
Al rato, apareció otro joven que venía "discutiendo" con el aire, intercambió unos gruñidos con el que estaba tirado, y siguió caminando, mirando hacía atrás insistentemente, como vigilando. Nosotros permanecimos callados, como atónitos, hasta que volvimos a hablar. El esperado 15 llegó y antes de que mi amigo lo pare, yo crucé la avenida en dirección a mi casa. Ni bien el colectivo arrancó nuevamente, sentí un fuerte silbido a mis espaldas, que me dejó preocupado, y al observar hacia atrás, vi que el chico que estaba tirado me estaba mirando. 
Por suerte llegué hasta la puerta de mi casa, y entré con normalidad. Me quedé mirando para ver si venían atrás mío, o si sólo era mi imaginación, pero al estar dentro de mi casa, ya no me importaba. 

Al compartirlo hoy con mi amigo, nos causaba gracia la situación. Pero a mi me dejo pensando "¿Qué pasará en la ciudad? ¿Mejorará esta situación?" Ojalá que así sea, porque o sino estaremos cada vez más presos dentro de nuestras casas. 

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